domingo, 11 de septiembre de 2011

La corrupción patrimonialista en la sistematicidad jurídico-política de la naciente república peruana.

Lima-Perú. http://cronopiocortazar.blogspot.com 11 de setiembre de 2011. Desde su irrupción en el escenario de la historia nuestra República siempre ha ostentado la catilinaria de ser, en el sentir de Julio Cotler, un país eminentemente patrimonialista. Por ello, la razón esencial del establishment para imponerse y consolidarse en el tiempo tuvo como base las redes de control político y económico tejidas a partir de los códigos de un patrimonialismo a ultranza entre los miembros de la rancia elite oligárquica. Ahora, en los albores de la República los sectores castrenses fueron más bien quienes se arrogaron el rol protagónico en la toma de decisiones para el surgimiento del nuevo Estado. Empero, las perspectivas de este sector importante de la sociedad eran demasiado cortoplacistas, lo cual desembocó en una larga guerra entre diferentes bandos liderados por caudillos termocéfalos. La naciente República se convertía así en una suerte de Estado-botín con miras de posicionar los intereses de los nuevos resortes del poder. De esta manera, el patrimonialismo responde a los vaivenes de la estructura de poder criolla. La dinámica del mismo logra construir un complejo entramado de sistemas y subsistemas que fortalecen el andamiaje estatal. Así, se viabilizó el control ideológico sobre los nuevos ciudadanos. Este engranaje sistémico mutará con el tiempo, pero sus estructuras seguirán siendo las mismas. El inmarcesible endurecimiento del apparatchik criollo se debió también a sus estrechos vínculos con los intereses del capital extranjero; y, como resultado de la corrupción partidaria en la dinámica de un clientelaje focalizado principalmente en las esferas de la institucionalidad jurídico-política. De este modo, la sobrevivencia del Estado republicano halla sus raíces en el discurso y en la praxis del controvertido patrimonialismo.

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