jueves, 11 de marzo de 2010

Ubi sunt: La derecha que si debate.

Una derecha sin ideas se acerca nuevamente a la toma del poder. Las causas de este escenario, donde el pragmatismo de viejo cuño se posiciona nos obligan a realizar un ejercicio deconstructivo de la dinámica ideológica de las agencias y su grado de influencia en las estructuras. Atrás quedaron las tesis del ILD respecto de la capitalización de los pobres a través de la formalización patrimonial. En los ochenta, con la llegada de Paul Samuelson y Milton Friedman se lograron posicionar los discursos económicos de un liberalismo renovado que devino en un punto de inflexión necesario para dinamizar los focos de debate. De la mano de Hernando de Soto había nacido, como se dijo por entonces, una derecha inteligente. Empero, luego fue todo kaput. Las recetas ortodoxas asfixiaron las ideas y reificaron el sentir de lo político. Todas las transgresiones ideológicas eran tipificadas de paleolíticas en una esfera global de liquidación del colectivo. En la actualidad, es en Alemania donde realmente se evidencia un debate mayor. Así, Axel Honneth a la cabeza de la Escuela de Frankfurt centra su análisis en la consolidación del reconocimiento como categoría eminentemente moral cuyo despliegue compromete no sólo las esferas de la autorrealización de los colectivos, sino también la responsabilidad de los Estados en el ejercicio del poder. Esta matriz doctrinal nos recuerda los aportes de John Rawls y Ronald Dworkin, quienes ya trabajaron el tema de la justicia y la igualdad de consideración como eje de cambio para viabilizar una redistribución más justa. En el esquema discursivo de Honneth lo ético del reconocimiento deviene en redistribución necesaria. Esta tesis ciertamente ha sido contrapuesta por Nancy Fraser al afirmar que en realidad son importantes tanto el reconocimiento como la redistribución desde una perspectiva bidimensional. Empero, si la categoría hegeliana de reconocimiento está adquiriendo el peso específico de los últimos tiempos se debe sobre todo al nuevo curso que ha tomado el debate de las ideas, tanto desde las dehesas de la derecha, como desde los espacios de la izquierda. Así, Richard Rorty y Brian Barry por ejemplo se sitúan en las antípodas al proponer un posicionamiento más profundo y mayor de la redistribución como programa de lo político, más que un reconocimiento de lo cultural que subdivide las estructuras de la sistematicidad del colectivo. En todo caso el debate continúa con intensidad y muestra la altura y el rigor de sus principales cuadros. Incluso si pensamos en la magnificencia mediática de Peter Sloterdijk podríamos decir que sigue siendo, la que observamos columbrar en lontananza, una derecha muy astuta, por lo menos la alemana.