lunes, 12 de octubre de 2009

Acerca de la histórica polémica entre Hans Kelsen y Carl Schmitt.

Lima-Perú. http://cronopiocortazar.blogspot.com Para abordar esta polémica tenemos que ubicar el contexto histórico en el que se desenvolvió la misma. En los inicios del siglo XX se desencadenó un conjunto de eventos trascendentales que repercutieron en las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales de la mayoría de países del orbe europeo. Tras la primera guerra imperialista ocurre un parte aguas que se inicia en 1919. Mientras en Alemania se instalaba la república del Weimar, en la ciudad de Saint-Germain se concretaba la división del antiguo imperio Austro-Húngaro. El efecto inmediato de este proceso fue la reestructuración del sistema normativo de los nuevos estados. Es así que, en Austria se promulgará en 1920 una Constitución política de avanzada para su época. La carta magna austríaca tenía el sello ideológico liberal del jurista Hans Kelsen. El derrotero austríaco observaba con optimismo el futuro al consagrar el ejercicio de sus leyes a la supremacía del flamante derecho constitucional. Muy por el contrario, la república del Weimar había nacido herida de muerte. El diktat de Versalles se transformó en su verdugo directo. Un clima social agitado por los discursos chauvinistas dinamiza el in crescendo de una intelligentzia vinculada a las tesis del revanchismo militar y del fortalecimiento brutal del aparato estatal. En estas dehesas ideológicas se hallaba el pensamiento del politicólogo y jurista alemán Carl Schmitt, en las antípodas del ideario de su colega austríaco. Ahora, la polémica se desarrolla específicamente entre los años 1928 y 1931. Todo comienza en 1928 cuando Han Kelsen publica su obra La garantía jurisdiccional de la constitución, a través de la cual cimienta las bases del futuro derecho constitucional gracias al posicionamiento de la categoría de control constitucional. Lo que hoy conocemos en nuestro país como Tribunal Constitucional tiene a las tesis de Kelsen y a la promulgación de la histórica constitución austríaca de 1920 como dos de sus principales demiurgos jurídicos. Los trabajos de Kelsen permiten la judicialización de la política. Lo cual implica que el andamiaje de lo político se circunscribe a las esferas de las relaciones y equilibrios de poder; y a la dinámica de los actores políticos y organizaciones sociales. Esto viabiliza no sólo la independencia y autonomía de los poderes, sino también la legitimación del Estado de derecho. Siendo la constitución política la norma más importante de un estado necesita de un poder autónomo que garantice la vigencia de sus cláusulas, las mismas que son el producto del consenso social entre los ciudadanos. Es la comunidad quien a través de su poder constitucional genera no sólo la carta magna, sino también los poderes constituidos como el Tribunal Constitucional capaces de proteger la juridicidad de leyes y normas emitidas por los diferentes poderes e instituciones competentes. Muy por el contrario, las tesis de Carl Schmitt se circunscriben al discurso de lo político. Desde una perspectiva eminentemente ideológica Schmitt cimienta las bases del estado nacional en torno a la voluntad jurídico-política del führer. El establishment moderno debía regirse por las decisiones del jefe supremo y caudillo nacional. Los arrestos del nazismo materializaron las singulares propuestas de Schmitt hasta llevarlas a un punto sin retorno en donde la dignidad del ser humano quedó reducida a la nada. En suma, mientras Carl Schmitt somete lo jurídico al discurso de lo político; Hans Kelsen aborda la problemática constitucional desde un punto de vista netamente jurídico-publicicístico, manifestando que la jurisdictio en las esferas de la protección constitucional le corresponde a un poder autónomo que marca distancia con lo político. Qué duda cabe, las nefastas consecuencias de la segunda guerra imperialista precipitaron la debacle de las tesis de Schmitt, y la consolidación del programa jurídico-constitucional de Hans Kelsen.

martes, 6 de octubre de 2009

Análisis político, económico y social de la civilización romana de occidente desde la expansión republicana hasta la caída imperial.

adelantecronopio@hotmail.com I. Introducción. En las próximas disquisiciones analizaremos el proceso histórico acontecido en Roma como resultado de los choques y desencuentros entre las bases estructurales del sistema esclavista y la dinámica de los actores políticos y movimientos sociales que provocaron su auge y caída, desde la expansión del sistema republicano hasta la crisis que desencadenó el colapso total del imperio. II. Consolidación republicana y posicionamiento de la aristocracia senatorial. La guerra es la continuación de la política por otros medios había sentenciado Claus Von Claussewitz. Durante la etapa más dura de la expansión romana se suscitaron conflictos armados por la hegemonía en la península itálica que evidenciaron la necesidad de dinamizar el aparato militar, al punto de convertirlo en el eje clave para el posicionamiento republicano. Tras el quiebre del sistema monárquico la clase senatorial compuesta principalmente por poderosos aristócratas robustecieron su poder político y económico, los mismos que tenían como sustento la propiedad de la tierra. De otro lado, con el crecimiento del comercio y tras la adquisición de mayores riquezas, por parte de los plebeyos comienza a abrirse un nuevo conflicto de intereses, el mismo que tuvo como cenit la histórica huida al monte Aventino. Empero, las luchas sociales no reestructurarían el andamiaje político manejado por los patricios, más bien lo hicieron más fuerte a cualquier convulsión. Así, los plebeyos terminaron por acoplarse y asimilarse al sistema político elitizado por la aristocracia. Tras la agitación plebeya el establecimiento republicano consolidó sus estructuras jurídico-políticas y dinamizo las redes de su aparato burocrático con miras de expandir sus intereses. El orden en lo político le permitió a la clase dominante iniciar con mayor ferocidad la compañía militar en búsqueda de mayores recursos para garantizar la producción y supervivencia de sus tierras. Este proceso originaría el crecimiento de gigantescos latifundios como resultado de las guerras en el exterior, las cuales no solo enriquecieron a la clase senatorial, sino que también posibilitaron el acceso a la mano de obra esclava necesaria para el desempeño en las labores agrícolas, principalmente. Sin embargo, el sistema republicano colapsaría como producto de la expansión brutal del esclavismo, el mismo que requería de mayores contingentes de masas trabajadoras con miras de elevar los niveles de producción ante la recurrente crisis agrícola. Esta crisis tendría como efecto también la proletarización de los pequeños campesinos. Así mismo, se desencadenaran alzamientos de esclavos, como el caso de los suscitados en Sicilia y la rebelión encabezada por el tracio Espartaco. Mientras, en las ciudades se evidenció una mayor polarización entre la clase senatorial y los sectores empobrecidos, cuyo corolario sería el recrudecimiento de las luchas sociales. En este escenario los partidos políticos se lanzan a una guerra sin cuartel por la hegemonía y el control del Estado. Las guerras civiles son un ejemplo de ello. III. Debacle del imperio y reacomodo político de la aristocracia senatorial. Con la llegada al poder de César Augusto se inaugura un nuevo sistema político en la Roma occidental, más cercano a la cosmovisión de las clases dominantes de Oriente. El principado será la materialización de un discurso político más acorde con las circunstancias históricas del momento. La pax romana desarrollada por Augusto tiene como objetivo garantizar la seguridad y la supervivencia de los resortes del poder necesarios para viabilizar la continuidad del sistema. El principado octaviano le dio pronta solución a un sinnúmero de problemas enraizados en el descontento de amplios sectores sociales y políticos. El otorgamiento de trigo a las clases empobrecidas de las ciudades le permitió contener los ánimos revolucionarios de las masas. Así mismo, el incremento de los beneficios de jubilación y salarios para los soldados fue una medida que le granjeó la confianza del sector castrense. Finalmente, la cesión de cargos públicos y políticos para la élite italiana le garantizó la fidelidad y el apoyo de un sector importante de la emergente península. Ahora, los antiguos patricios habían mutado hace mucho en ricos terratenientes y potentados comerciantes a raíz de un sinnúmero de coyunturas políticas. La sobrevivencia de este sector social estuvo garantizada incluso tras la arremetida de los bárbaros. Las luchas intestinas en las altas esferas del poder evidenciaban una brutal y encarnizada lucha por el poder político entre nobles citadinos y provinciales. Esta lucha por el manejo del poder en Roma recrudeció aún más con la caída de la dinastía nacida a partir de César Augusto, ya que entraron a tallar los sectores castrenses. Los militares se arrogaron la autoridad política a partir del uso de sus armas. Sus éxitos en el campo de batalla les granjearon la confianza y legitimidad de las masas. Con ello, el camino hacia el poder estaba garantizado. Pero, los jefes militares, muchos de ellos, carecían de un discurso coherente y eficaz con miras de darle solución a los problemas del imperio. Así, se desencadenó una lucha feroz por el poder entre las diferentes facciones y líderes castrenses. El manejo de la cosa pública era demasiado complejo para el simple y voluntarista pergeño de un militar. Años después un período de crisis sacudirá los cimientos de Roma. El siglo III d.C. marcará el punto de quiebre del sistema imperial romano. El contexto económico es desalentador. Se desata un período en el que entran en crisis las estructuras productivas del sistema agrario. A ello se suma una disminución considerable de la población no sólo en las ciudades, sino también en el campo. Así mismo, el esclavismo es herido de muerte como producto del cierre de fronteras y el estancamiento de las campañas militares, lo cual trajo como consecuencia la falta de mano de obra y como correlato de ello se elevaron los precios por la adquisición de esclavos, necesarios para las labores agrícolas en los gigantescos latifundios de la clase senatorial. A todo ello se sumo la invasión violenta e incesante de los germanos desde las márgenes del Danubio y el Rin. En una clara muestra del mayor endurecimiento del sistema Diocleciano iniciará todo un conjunto de medidas tendientes a otorgarle continuidad al establishment imperial. Lo mismo ocurrirá con Constantino. Queda claro que las riendas del poder pasarán nuevamente a manos de la aristocracia senatorial como resultado del pésimo manejo político de los emperadores y como efecto de la represión sobre los sectores populares. El balance general evidencia el desgarramiento del sistema desde arriba, lo cual nos remite a las luchas intestinas por el manejo del poder entre las clases dominantes; y desde abajo como producto de los incesantes movimientos sociales.

viernes, 2 de octubre de 2009

El Emilio de Rousseau en diez disquiciones.

1. Rousseau nos hace partícipes de la complejidad que reviste el análisis y el estudio de un tema tan profundo como el de la pedagogía. Se puede desbordar en conocimientos teóricos y técnicos que abarquen el estudio de una realidad determinada. Empero, la compulsa pormenorizada logra efectos positivos sólo a través de la sinergia entre el bagaje teorético-doctrinario y la praxis de los actores sociales. La temática educativa es siempre un área amplísima que urge un estudio exhaustivo. 2. El espíritu de la ilustración le permite a Rousseau elucubrar algunas ideas referidas al análisis ontológico del niño y del hombre. La mayoría de sistemas filosóficos le han otorgado un peso específico al rol protagónico del hombre en la sociedad y en la historia. Así, el accionar de los niños era visto con simpatía, mas no con criterio de cientificidad. Incluso la caracterología de los niños estaba sujeta a los moldes sociales de los adultos. 3. Rousseau nos permite comprender que a la hora de quebrar un paradigma es necesario defender con entereza nuestras ideas. Sobre todo en el campo de las ciencias es importante zanjar las ideas contrapuestas que perjudiquen nuestro discurso. Por ello, más vale guiarse en su totalidad por la práctica vigente que tomar a medias las directrices de una buena medida. 4. Desde la perspectiva de Rousseau todos los proyectos desarrollados por los hombres deben contener los siguientes elementos: la bondad absoluta y la factibilidad de su ejecución. La bondad le otorga consistencia ontológica al discurso ético de cualquier elucubración prospectiva. Es decir, las elaboraciones teóricas tienen como fuente matriz la realización de un bien en favor no sólo del hombre, sino de la sociedad. Por ello, es que los proyectos deben de ser viables en la medida de efectivizar sus beneficios a toda la comunidad. 5. Rousseau trasciende a la historia al poner en evidencia la degradación moral y la crisis ideológica de toda una época. En el estado natural de las cosas el ser humano es un personaje íntegro y con la capacidad para poder enfrentar la vida de una manera más correcta. El hombre nace bueno, tiene la posibilidad de viabilizar su conducta por los cauces de la eticidad. Empero, la sociedad lo corrompe. La construcción discursiva del hombre bueno llega a quebrarse como producto del choque irreversible con los patrones y moldes estandarizados de la sociedad. 6. Desde nuestro nacimiento somos seres inermes. Como dijera Jean Paul Sartre somos seres arrojados a la vida. La necesidad de afirmarnos en la vida a partir de la construcción de nuestra personalidad se logra a partir de la adquisición de conocimientos y sentimientos mediante el accionar de la educación. 7. La madre es un elemento clave en el discurso de Rousseau. Es una de las principales protectoras de los niños durante su educación. La madre representa la pureza moral y espiritual en el marco del estado natural de los niños. En el camino del ejercicio educativo la madre será la guía para la materialización del hombre bueno y feliz. 8. Desde la perspectiva rousseauniana la educación de la naturaleza involucra el conocimiento y la dinámica de nuestras capacidades y órganos internos, los cuales nos permiten una interacción más eficaz con nuestra realidad. Ahora, la educación de los hombres es la que adquirimos en los aparatos institucionalizados del saber social, es decir, no sólo en los colegios y universidades, sino también en las esferas de los diferentes agentes sociales como por ejemplo la familia, la comunidad y a través de los medios de comunicación. De otro lado, la educación de las cosas se materializa en nuestra capacidad para adaptarnos al medio circundante, teniendo en cuenta cómo percibimos las características y la funcionalidad de las mismas. Los tres tipos de educación se interrelacionan, ya que la dinámica de la educación de las cosas toma como punto de arranque el posicionamiento de las capacidades perceptuales, basadas en la educación de la naturaleza, con miras de efectivizar nuestro conocimiento de la realidad, para de esta manera acceder a los conocimientos y sentimientos generados por los agentes sociales, principales promotores de la educación de los hombres. 9. La educación nos otorga un cúmulo de herramientas para viabilizar la construcción de nuestra personalidad en el tiempo. Rousseau nos dice que nacemos con determinadas características innatas, muchas de ellas se pierden por el contacto con los patrones de la sociedad, pero la educación permite que algunos elementos vinculados al ejercicio de la eticidad queden como muestra del grado de desarrollo moral del ser humano. He allí la importancia del ejercicio educativo en la realidad social de hoy. Por ello, la educación tiene como objetivo la construcción ética del ser humano. 10. Thomas Hobbes cuando dijo que en el estado de naturaleza el hombre era un lobo para el hombre. A esto respondió años más tarde Rousseau manifestando que la naturaleza era el estadio en el que el hombre ejercía su conducta con libertad, sin ataduras de ningún tipo, ni mucho menos constreñido por los estereotipos y mores de las sociedades corruptas.