lunes, 11 de abril de 2011

Perú 10 de abril de 2011 ¡Qui aures audiendi, audiat! ¡Quién tenga oídos para oír, que oiga!

Lima-Perú. adelantecronopio@hotmail.com http://cronopiocortazar.blogspot.com 11 de abril de 2011. ¡Qui aures audiendi, audiat! ¡Quién tenga oídos para oír, que oiga! Tras la publicación de los últimos resultados al 88.132% de las actas contabilizadas en el marco de la elección presidencial del día de ayer en el Perú, es menester realizar un meridiano análisis respecto de algunos referentes históricos que nos deja esta justa electoral. Intertextualizando una frase latina podemos decir a ciencia cierta que quién tiene oídos para oír, pues que oiga. Qué duda cabe, tomando incluso una jingle de PPK, la calle ha hablado. No es quizá la voz de la calle de las Pizzas, ni mucho menos son los estertores del boulevard de Asia; son más bien los desgañitados vozarrones de grandes sectores de la población que desde hace más de treinta años vienen engrosando las filas del otro Perú, como acertadamente dijera el reputado antropólogo José Matos Mar. Las elecciones del 10 de abril nos dejan como resultado una abierta exigencia de la mayoría de la población respecto de cambios urgentes y necesarios en las estructuras de la economía y en la sistematicidad orgánica de lo político. Queda claro también que los sectores que concentran la riqueza a niveles astronómicos apostaron por la estabilidad, lo cual no sólo implica para ellos, en el sentido estricto del semema, una beligerante defensa del modelo neoliberal, sino también un agresivo accionar con miras de frenar cualquier intento de transformación de las redes de corrupción y clientelaje que alimentan la política conservadora y pragmática al servicio del mercado. Por ello, la derecha apostó sin miramientos a un abanico de posibilidades tendientes al centro del espectro como jugada política de viejo cuño liberal. Pero, sin duda patinaron primero con Mercedes Araoz la viva representación del continuismo valetudinario de un aprismo a leguas liliputiense. Luego perfilaron a Castañeda Lossio. Empero, el ensoberbecido carácter del ex alcalde y sus arrebatos de seguro sucesor del aprismo no le alcanzaron para sostenerse en el tiempo. Los escándalos de Comunicore y uno que otro dislate antifeminista no hicieron sino mellar su endeble candidatura. Ahora, desde las épocas en que sonaba con fuerza esa horrísona palabreja publicitada como chorreo los resortes del poder económico siempre vieron a Alejandro Toledo como su hombre en Washington. Sin embargo, el toledismo también tambaleó, sobre todo por los desvaríos de su líder quien no supo manejar como un cazurro estadista los vaivenes de una campaña por demás agresiva. A guisa de lo anterior, las candidaturas de la hija del dictador de los noventa y de PPK revisten sin duda un matiz algo diferente pero para nada novedoso. En primer lugar, los bolsones de la hija del dictador se hallan en los sectores abiertamente autoritarios. No sólo recibe el apoyo de buena parte de las poblaciones golpeadas por la pobreza, sino que también se hallan aupados a su proyecto de naranjas mecánicas, de ultraviolencia al estilo de Alex y sus drugos, los grupos de mayor calado fascista y antidemocrático de élite. Así mismo, la candidatura de PPK representa la inserción de los jóvenes acomodados y parte de la clase media emergente en la política. Empero, son los mismos jóvenes que piensan como paquidérmicos banqueros. Todo el poder para el poder. Son los hijos de los jóvenes que apoyaron a Vargas Llosa en el 90 y son los hermanos menores de los estudiantes que defendieron los fueros del Tribunal Constitucional en 1997. Ha habido ciertos cambios, pero en esencia sigue siendo una juventud anclada en la modorra del ciberespacio como soporte para el crecimiento, no sólo de sus redes sociales, sino también como palmaria evidencia del in crescendo de sus cuentas bancarias. Bien por ellos. Y a todo esto, es bueno mencionar que las ciencias sociales jamás serán el deleite de los pitonisos. Buen día profesor Cotler. De otro lado, un caso singular es el de Ollanta Humala. Un vendaval de ilusiones para muchos y un arrendajo de miedos para otros. Las cifras son contundentes y esto debería ser evaluado con cabeza fría por los miembros de la Confiep y por los diferentes grupos empresariales, así como por los partidos políticos. Si tienen oídos para oír, pues que oigan. El 31.555% de los electores que optaron por la candidatura del líder nacionalista merecen ser escuchados. Ahora, el proyecto de Ollanta es atrevido, pero demanda demasiados esfuerzos por parte de un sinnúmero de actores no sólo políticos, sino también institucionales, públicos, privados, sociales y culturales del país. Por ello, se hace necesario dinamizar los procesos en la búsqueda de los consensos tendientes a tender puentes para arribar a decisiones concretas que viabilicen los proyectos para el desarrollo de las poblaciones más golpeadas por la pobreza. Finalmente, debemos mencionar que los grandes perdedores de estas elecciones son algunos ex congresistas que se sentían grandes pachás o lusos adelantados con patente de corso para manipular el sentir de la población. Gracias a Dios que buena parte de estos indeseables no lograron siquiera pasar la valla electoral. En contraposición con esto el gran ganador de estas justas ha sido sin lugar a dudas el pueblo peruano quien nuevamente en más de diez años de democracia ha concurrido a las urnas a votar libremente por el candidato de su preferencia. Qué duda cabe ¡Qui aures audiendi, audiat! ¡Quién tenga oídos para oír, que oiga!