miércoles, 19 de diciembre de 2012

Breve análisis sobre la problemática en torno a la conservación documental.

     Lima-Perú.
19 de diciembre de 2012.

Uno de los mayores cambios acecidos como producto de la interrelación global de las economías en el mundo ha sido el crecimiento sostenido y expansivo de la información en todos los espacios de acción del hombre moderno. Esto sin duda es un problemática que encierra un sinnúmero de factores y que reviste además una necesidad de análisis no sólo desde las ciencias sociales sino también específicamente desde la bibliotecología y la archivística. El in crescendo de la información viene emparentado con la vorágine tecnológica de los últimos tiempos. Con la sofisticación constante de los productos tecnológicos, también se han expandido los confines de la información.

Empero, situándonos en el ámbito específico de la problemática referente a la conservación documental el impacto sobre ésta por parte del shock informativo es inconmensurable. El enorme crecimiento de los fondos como bibliotecas y archivos centrales en las diferentes instituciones públicas y privadas así lo demuestran. La expansión documental en el mundo no se ha detenido principalmente desde los albores de la revolución industrial. En cierta forma el papel como soporte para garantizar el registro y la conservación de la información ha significado el posicionamiento de diferentes empresas e instituciones a nivel administrativo con miras de consolidar sus objetivos organizacionales.

Sin embargo, el cúmulo de documentos producidos en la praxis diaria de la institución es descomunal. Lo cual nos lleva a otros problemas vinculados a la operatividad sistémica y funcional del fondo, que es la autoridad competente para resolver este desfase entre capacidad real del archivo central y dinámica activa en la producción documental. En el campo bibliográfico es aún más sobrecogedor. La súper especialización del conocimiento científico ha originado que las investigaciones materializadas en un libro de texto sean mayores. Lo cual es positivo, ya que a mayor investigación científica, mayores serán entonces verbigracia los logros en medicina e ingeniería. Pero, los repositorios donde tendrían que estar conservados estos libros deberían también expandirse al diapasón del crecimiento bibliográfico. Como correlato de esto surge así mismo la necesidad de viabilizar un sistema que permita un adecuado uso de los documentos y libros por parte de los ciudadanos que requieren del servicio de consulta. La manipulación y el deterioro de los mismos suele ser muchas veces involuntaria, pero existen casos deplorables donde personas inescrupulosas dañan conscientemente los documentos. Aquí cabe fortalecer la educación ciudadana para el cuidado del patrimonio nacional, en tándem de las sanciones administrativas y penales que correspondan.

En cuanto a las políticas de intervención existen dos modos de enfrentar la problemática de la expansión documental y los límites de cobertura de los fondos. En primer lugar, destaca todavía en nuestro medio el paradigma intervencionista, que cimenta sus tesis en el trabajo directo sobre el documento dañado, como mecanismo para garantizar la viabilidad de la documentación y los libros del repositorio. En la idea del paradigma intervencionista el documento es una unidad especial y diferenciada que forma parte de un conjunto. Se prioriza entonces la labor sobre la singularidad del documento, sin tomar en cuenta su impacto sobre el conjunto del repositorio que lo alberga. Por ello, los intervencionistas utilizan las técnicas de restauración como mecanismo para frenar el deterioro del material documental. Con esto se relega a un segundo plano las políticas de previsión.

En segundo lugar, destacan las políticas del programa de conservación preventiva. Sus tesis tienen un enfoque sistémico, ya que sitúan tanto al libro como al documento en un escenario en permanente cambio e interrelación. El documento es visto como parte de un todo en conjunto, en constante dinamicidad. Por ello, para evitar el deterioro de los materiales documentales es importante el conocimiento de las características específicas de la documentación contenida en el repositorio, lo cual implica monitorear la sistematicidad funcional de toda la institución y su personal, lo mismo que de los agentes que causan la dañosidad de los documentos. A diferencia de los intervencionistas, el programa de conservación preventiva fortalece las habilidades y capacidades de prevención del daño de todos y cada uno de los funcionarios y empleados del fondo, incluyendo claro está la labor de los restauradores como parte de un sistema que se adelanta al problema.

En relación a los aspectos específicos del programa de conservación preventiva podemos colegir que existe una constante preocupación por dinamizar un trabajo en conjunto posicionando la labor no sólo de los especialistas, sino también de cada uno de los trabajadores de la institución, lo mismo que la participación de los usuarios del servicio de consulta, en pro de la seguridad de los documentos ante la constante agresión del deterioro.

El programa de la prevención tiene tres esferas de acción. En primer lugar, destaca el necesario estudio geográfico del área circundante al repositorio, lo mismo que un análisis del contexto socio-cultural del espacio donde operará el fondo. El estudio debe privilegiar la climatología del centro y específicamente los riesgos en la infraestructura de la institución. En segundo lugar, destaca la preservación de la información a partir del trabajo de archiveros y bibliotecólogos, lo cual implica un fotocopiado de los documentos y libros que requieran un cuidado especial. Las copias son fundamentales con miras de salvaguardar nuestro patrimonio nacional. En tercer lugar, destaca la específica preservación documental a través de la adopción de políticas sistémicas de intervención. Se priorizan aquí sobre todo los protocolos de emergencia, el uso correcto de los documentos por parte de los usuarios, la limpieza de los repositorios y el trabajo de los restauradores.

En suma, la preservación es el desarrollo superior y lógico del programa de intervención restaurativa. La conservación preventiva entonces, logrará posicionarse con el objetivo de solucionar las gravísimas secuelas del deterioro documental.



miércoles, 12 de septiembre de 2012

Guerra ideológico-política contra el terror senderista.

Lima-Perú.
12 de setiembre de 2012.

A veinte años de la captura del terrorista conocido como “Gonzalo” no cabe duda que una de las mayores enseñanzas en la lucha contra la subversión ha sido la utilización estructural y efectiva de la inteligencia policial. Empero, no son sólo las fuerzas del orden, sino también la sociedad civil organizada, quienes deben de enfrentar desde sus diferentes espacios de acción el paroxismo y la insolencia del senderismo asesino. Por ello, mientras la policía y los militares hacen su trabajo específicamente en el teatro de operaciones del VRAEM, queda a los partidos políticos, las instituciones públicas y privadas, así como a las diferentes organizaciones sociales de base, la tarea de enfrentar al terrorismo senderista en el terreno del combate ideológico. Esto implica la defensa del Estado de derecho democrático en el ejercicio legítimo y ciudadano de lo político.

Como sabemos, una de las mayores secuelas del neoliberalismo noventero fue la demonización de la política. Este proceso tenía como objetivo primordial quebrar el aparato doctrinario de los partidos legales de izquierda, al alimón de ponerle un freno al accionar del movimiento sindical. Las recetas de John Williamson debían de tener desbrozado el camino para su pronta aplicación en los países de Latinoamérica. Los conflictos sociales tuvieron que ser neutralizados desde el apparatchik ideológico del Estado. La confrontación con las organizaciones legales de izquierda quienes defendían una férrea planificación económica tuvo como corolario la imposición de un modelo duro de libre mercado. Luego, con la liquidación de los paradigmas colectivistas se abría el escenario para una competencia absolutamente desregulada. El efecto inmediato fue el desmantelamiento de los movimientos sociales, y por ende la eliminación de los proyectos y utopías sistémicas. Con ello, las generaciones venideras se atomizaron al punto de negar la posibilidad de construir o ejercer liderazgos políticos.

En el escenario de la anomia noventera ahíta del consumismo cultural, parte importante de la juventud inicia el lento derrotero hacia la demonización de lo político. Es un desprecio que se evidencia en diversos espacios. En el caso específico de las universidades por ejemplo logró inocularse con mayor fuerza debido al papel dinámico de la represión en contra de los ideales colectivistas de izquierda. Empero, este proceso desde el Estado tuvo un efecto boomerang en las juventudes universitarias de los noventa. Un sector importante asumió como un compromiso político el apoyo a la democracia y a la vez lideró la lucha contra la dictadura fujimontesinista. Pero, otro sector nada despreciable rechazaba la sola idea de vincularse al trabajo político. En este contexto ya era notoria la frase: hacer política en la universidad es hacerle el juego al terrorismo. Surgen así los denominados “alpinchistas”, quienes asumen como norma de vida un individualismo in extremis con miras de posicionarse socialmente. Esta caracterología de algunos alumnos de nivel superior tendía a minimizar la reflexión filosófica como vía para construir el conocimiento científico. De este modo se ensalzaba lo baladí, e incluso lo vacuo. El repudio por la reflexión inquietaba los sentidos a favor de lo eminentemente visual y pasajero. Para estos individuos, que añoraban tan sólo un “cartón” o título profesional, los libros solían ser representaciones de un pasado triste y aburrido.

Ahora bien, si la universidad peruana ha quedado huérfana de reflexión y liderazgo político en favor de la democracia no ha sido sólo por la irresponsabilidad de algunos estudiantes, sino también por la carencia de partidos políticos fuertes y con una profunda doctrina y planes realistas a futuro. El terror senderista podría anidar fácilmente en un escenario donde los partidos son tan sólo espantapájaros que en lugar de fortalecer la democracia, la debilitan cada día más. Hace falta entonces un compromiso mayor con el sistema democrático. Una ruta adecuada para recuperar la memoria de los años del plomo es la que se consigue a través de la educación. La memoria colectiva de los pueblos se halla entonces en la enseñanza-aprendizaje de su historia. En esta dinámica urge mejorar las estrategias pedagógicas con miras de viabilizar el debate y la reflexión en torno a la sangrienta época del terror y el asesinato que desencadenó el senderismo en nuestro país. De este modo podremos frenar los arrebatos criminales de los enemigos de la democracia. Nuestro sistema tiene la fortaleza humana para neutralizar los redivivos circunloquios del senderismo criminal.

martes, 5 de junio de 2012

Arrebatos y ceguera en Jagdish Bhagwati.

Lima-Perú.
adelantecronopio@hotmail.com
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05 de junio de 2012.

“La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren”. Esta frase corresponde a la pluma de Arthur Schopenhauer. Cuánta razón tenía el filósofo alemán. Sin duda que la envidia es una de las tantas maneras en que se expresa el ser de las personas. Sin embargo, en algunos individuos esta conducta puede rebasar las esferas de lo episódico para convertirse en una actitud manifiestamente enfermiza. Es el caso quizá del economista Jagdish Bhagwati, quien sigue desgañitando sus críticas en contra del nuevo presidente del Banco Mundial (BM). Como si hubiese todavía una manera de frenar o revertir esta decisión de política internacional, el economista indio no tiene mejor idea que dar un sinnúmero de mazazos en contra del elegido, el doctor Jim Yong Kim, a la sazón renombrado médico comprometido con el posicionamiento de una adecuada y eficaz política de salud en los países en vías de desarrollo.

Empero, para la comunidad universitaria global las flamígeras apreciaciones de Jagdish Bhagwati no son nuevas, ya que desde siempre ha estado enfrascado en posiciones dogmáticas con miras de neutralizar cualquier intento de cambio o aggiornamento de la política neoliberal. Todos recordamos sus ásperos enfrentamientos en la Universidad de Columbia con el destacado economista Joseph Stiglitz. Sin duda que, en aquella brega, el ganador del Nobel de economía 2001fue más convincente que su contendiente.

Como todos sabemos, el intelectual nacido en la India goza de un prestigio irreprochable. Sin embargo, tras la elección del nuevo presidente del BM, sus comentaros denotaban cierta dosis de mala fe. Bhagwati ha dicho sin reparos que el nombramiento de Jim Yong Kim “podría resultar desastrosa para la causa del desarrollo”. Además ha mencionado que el doctor Kim no se ha arrepentido públicamente de su pasado keynesiano. Duda incluso de su capacidad intelectual y de sus dotes de gerencia para manejar el BM.

Ahora bien, nos preguntamos por qué Bhagwati insiste tanto en desacreditar a este personaje de renombre internacional. Creemos que es la manifestación de un puro afán de protagonismo. ¿¡Por qué no me eligieron a mí!? Parece decir. Empero, para Bhagwati existe todavía una pregunta por responder: ¿Por qué no se pronunció con tanto ahínco en contra del nombramiento del conservador Paul Wolfowitz, quien fuera luego  expectorado de la presidencia del BM tras un escándalo de corrupción en el que estuvo directamente involucrado? La respuesta salta nuevamente a la vista. Bhagwati es un turiferario de las viejas tesis del ‘palo y la zanahoria’. En la lógica del economista indio quien capitanee el BM debe ser un resuelto termocéfalo, adscrito a las ideas fuerza del monetarismo. Nada más importa.

Desde nuestro punto de vista y para el pláceme de Bhagwati, la elección del doctor Kim como nuevo presidente del BM no repercutirá en casi nada sobre lo avanzado hasta el día de hoy en materia social y financiera. Finalmente, creemos que el economista indio debería más bien dedicarse a trabajar en la búsqueda de salidas a la crisis internacional, la misma que tiene como principal responsable al descontrolado ejercicio mercantil y financiero de los grupos de poder económico mundial, en lugar de ensañarse con un doctor cuyo único pecado ha sido criticar el modelo neoliberal. Recuerde pues Míster Bhagwati que la envidia es un pecado capital.

viernes, 25 de mayo de 2012

Maquiavelo y el ministro del Interior en su laberinto


Lima-Perú.
adelantecronopio@hotmail.com
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25 de mayo de 2012.

Cuando leí por primera vez a Maquiavelo pensé quizás epidérmicamente que sus ideas eran tan sólo el reflejo de un contexto histórico difícil vinculado sobre todo al accionar de una poliarquía de gobiernos que se asentaban sobre la península itálica, en el escenario de fines del siglo XV y XVI. Este análisis se enmarcaba en lo político. Empero, desde la perspectiva de Maquiavelo también se puede colegir respecto del comportamiento del individuo político en sociedad que todo comienza y termina con el uso de la mentira como norma de acción estratégica. Maquiavelo revela y recomienda la utilidad pragmática de la mentira como mecanismo para viabilizar el control político de la sociedad. Estas ideas nos muestran a un Maquiavelo urgido de soluciones para la crisis política que vivía su nación. Sin embargo, nunca antes el remedio fue más grave que la enfermedad. La política sin las sinergias necesarias con los elementos que le otorga la eticidad, es sin duda una práctica humana vacía y valetudinaria, tendiente a corromperse.

A pesar de ello, verbigracia en nuestro país parecieran ser acólitos resueltos de las propuestas de Maquiavelo. La clase política peruana encodifica y decodifica discursos embadurnados de mentiras con cierta dosis de perversa jerarquización, donde una mentira es diferente a una pequeña mentira y ésta diametralmente opuesta a una gran mentira. Los últimos casos de nuestra partidocracia así lo confirman. El actual ministro del Interior del Perú Wilver Calle ante las evidencias de un hecho público y notorio donde se le ve a través de un vídeo firmando el Acta de Sujeción que avalaba la dictadura fujimontesinista, respondió primero con una mentira. Dijo el Ministro que lo que había firmado era tan sólo una “lista de asistencia” y que en ningún momento había firmado acta alguna. Una mentira al puro estilo del manual de Maquiavelo: Si deseas conservar tu puesto utiliza todos los medios posibles para quebrar la verdad y glorifica sin tapujos la mentira. Nada más repudiable, sin duda alguna. Han pasado casi dos semanas desde que fue nombrado el señor Wilver Calle y recién el día de ayer se conoció la noticia de su “arrepentimiento”. Es decir, sólo ante la situación agobiante, al flamante ministro no le quedó otra que reconocer la verdad. Sí firmó entonces el Acta de Sujeción durante la época más oscura del accionar mafioso de fujimori y montesinos. En suma, el ministro del interior con sus primeras declaraciones llenas de mentiras quedó como un embustero más de la política peruana. Y, respecto de su supuesto “arrepentimiento” siempre nos quedará la duda, si fue ciertamente sincero o más bien fue parte de una nueva teatralización de la verdad o la mentira. Lo que si queda claro es que en el Perú todavía existen abiertos turiferarios, en teoría y en praxis, del manual de política de Maquiavelo. Muy lamentable.

viernes, 4 de mayo de 2012

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viernes, 13 de abril de 2012

Parendo legibus ordo servatur. Obedeciendo las leyes se guarda el orden.

Lima-Perú. adelantecronopio@hotmail.com http://cronopiocortazar.blogspot.com http://cronopiocortazar.lamula.pe/ 13 de abril de 2012. Si hay algo que caracteriza el pergeño de algunos fujimoristas es sin duda su incesante proclividad, casi patológica, hacia la mentira y el engaño. Las recientes declaraciones del hijo del dictador, que hoy purga condena por sus crímenes contra los derechos humanos, así lo confirman. Queda claro que el fujimorismo sigue siendo presa de sus propios fantasmas, los del galifardismo y la trapaza. Ahora, el retoño del dictador suele ser virulento en su prosodia, pero nada inteligente en su discurso. Llega incluso a confundir uno que otro concepto, en una desopilante muestra más que donde no hay es porque Dios no puso. En primer lugar, el benjamín fujimori afirma que el golpe de Estado del 5 de abril de 1992, fraguado por su padre en complicidad con sectores castrenses y civiles, fue desde su punto de vista una medida “necesaria” ya que “el contexto lo justificaba”. En pocas palabras, una suerte de eterno retorno al pragmatismo político de Maquiavelo. Menciona también que: “los senderistas estaban a punto de tomar Lima”. Sin embargo, los informes de inteligencia revelarían luego que este grupo terrorista nunca tuvo la capacidad suficiente para equilibrar su poder armado con los de las fuerzas del orden. La captura del asesino ‘gonzalo’ evidenció por ejemplo la fragilidad organizacional y la mediocre logística de este grupo genocida. El denominado “equilibrio estratégico” era tan sólo una fanfarronería del cabecilla terrorista. En segundo lugar, el hijo del dictador llega al paroxismo verbal cuando afirma que “el 5 de abril de 1992 no fue un autogolpe, sino más bien un contragolpe por parte del Congreso de oposición de entonces”. Sin duda, las palabras del también congresista, ¡qué tal distinción!, adolecen de una total y absoluta fatuidad en su persona que le impiden otorgarle claridad a los conceptos que utiliza. O acaso nos vendrá a decir luego que el confucionismo es el ‘arte de la confusión’. Empero, los adláteres de ‘la naranja mecánica’ deben de estar más que confundidos con cada declaración del hijo del dictador. La teoría del Estado es clara; el contragolpe es una medida política que puede ser dirigida por diferentes grupos organizados de la sociedad contra un sistema que ha sido establecido a partir de un golpe. Un ejemplo meridiano de contragolpe lo constituye el histórico levantamiento del 13 de noviembre de 1992; el mismo que en esencia fue un contragolpe de sectores castrenses democráticos contra la dictadura fujimontesinista instalada tras el autogolpe del 5 de abril de 1992. Una lectura de Carl Schmitt y Giovanni Sartori le vendrían bien al hijo del dictador con miras de esclarecer sus valetudinarios conceptos, que adolecen de una caquexia cognoscitiva. Finalmente, en un típico ejercicio de ucronía fujimontesinista nos dice que: “¿Cuál hubiera sido la tragedia del Perú si no se daba el 5 de abril de 1992?”. El hijo del dictador debería ejercitar más bien una analepsis para recordar que una de las grandes tragedias del Perú tuvo como punto de arranque el golpe de Estado de aquella fecha. Fueron años de sistemática corrupción, quiebre de las instituciones democráticas y violación de derechos. Esa es la gran tragedia del Perú que no debe volver a repetirse. Por ello, es importante entender que: Parendo legibus ordo servatur. Obedeciendo las leyes se guarda el orden.

viernes, 27 de enero de 2012

¡Contra factum non valet argumentum! ¡Contra los hechos, no hay argumento que valga!

Lima-Perú. adelantecronopio@hotmail.com http://cronopiocortazar.blogspot.com http://cronopiocortazar.lamula.pe/ 27 de enero de 2012. Las recientes declaraciones de los turiferarios del Movadef, sin ninguna duda brazo político del terrorismo senderista, nos compelen a hilvanar algunas ideas respecto de la necesidad de fortalecer en nuestro país no sólo el discurso ideológico-político del Estado social y democrático de derecho, sino también la viabilización de una adecuada educación ciudadana que tenga como principal soporte la historia colectiva de los pueblos a partir de un conocimiento analítico del hecho histórico. Qué duda cabe, en la actualidad el establishment peruano viene enfrentando un sinnúmero de problemas de diferente índole. Verbigracia, entre los temas de mayor envergadura están los relacionados con el orden interno y la seguridad ciudadana. Ahora bien, la recurrente entropía social nuevamente es aprovechada por los voceros del terror quienes han desgañitado sus ensoberbecidos circunloquios contra el fallo del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), quien de iure les rechazó finalmente la posibilidad de registrarse como partido político. Los minúsculos adláteres del genocida “Gonzalo” no han marcado aún distancias respecto del accionar terrorista de Sendero Luminoso, muy por el contrario han venido cohonestando su actividad delictiva a través de un extraño calambur decimonónico que ciertamente distorsiona el significado de la justicia social. Quienes en 1980 quemaron las ánforas electorales en Chuschi y luego en 1983 asesinaron sin piedad a mujeres, ancianos y niños en la comunidad de Lucanamarca hoy se presentan cual amnésicos zombis sometidos a una suerte de operación Voronoff con miras de dinamitar desde adentro el sistema democrático. Según estos sombríos personajes, ya no son los “quesos rusos” ni los “paros armados” los que podrían quebrar la sistematicidad jurídico-social y económica de nuestro país; son ahora las mejores herramientas para estos despreciables objetivos la manipulación de algunos estudiantes vinculados a la extrema izquierda y la galvanización del doble discurso maoísta del "hablar, hablar; luchar, luchar"; es decir, matar, matar. Con la orfandad en ciernes de la educación peruana era inevitable que la radicalización juvenil propia de un grupo etario terminara canalizando las bravatas de un sector acostumbrado al palo y la zanahoria. Sin embargo, a pesar de su resurrección en la esfera de lo político hace buen tiempo ya, que Sendero Luminoso cavó su propia tumba. Los años del plomo que propició le granjearon el repudio no sólo de quienes decían defender, sino también de los movimientos y partidos democráticos de tendencia socialista. De otro lado, el derecho comparado nos otorga luces para neutralizar cualquier intento de retorno al país de las tinieblas y el coche bomba. En Alemania por ejemplo las ideas del nazismo y el antisemitismo están proscritas in saecula saeculorum. Y, en España donde se desató el infierno etarra cualquier agrupación política que se animara a reivindicar el terrorismo nacionalista no tendría cabida para ejercer sus fueros, al punto de convertirse en un paria bajo la sombra de la ilegalidad. A guisa de ello, en las instituciones educativas hace falta entonces mayor seriedad y eficiencia en las metodologías que se están utilizando para el logro de las competencias vinculadas a la convivencia pacífica y el diálogo democrático, las mismas que se hallan taxativamente en el Diseño Curricular Nacional y en diferentes documentos internacionales como el Informe Delors. Así mismo, debemos recordar que en el campo específico de la enseñanza de la historia no basta con proveer al discente de información basada tan sólo en fechas y acontecimientos. Sino más bien, importa por encima de todo fortalecer el juicio crítico como capacidad prioritaria para viabilizar el aprendizaje significativo del hecho histórico. Esto implica una comprensión espacio-temporal de lo fenoménico que obligue al discente a generar interrogantes respecto de los temas de manera que se forme una apreciación rigurosa y objetiva de la realidad. El Estado de derecho peruano tiene las armas ideológicas para combatir el terrorismo. Su amplia historia y cosmovisión pluricultural lo demuestran con creces. Por ello, en la guerra de las ideas juegan un rol cardinal no sólo las instituciones jurídico-políticas de nuestro país, sino también el accionar social y participativo de la ciudadanía en general. Esta es la vía segura hacia la erradicación total del senderismo genocida. El derrotero de la libertad y el progreso sigue siendo entonces el único sendero seguro para garantizar los derechos individuales y colectivos de toda la ciudadanía. Los hechos producidos por el terror senderista están en la memoria colectiva de todos los peruanos. Y, es que Contra factum non valet argumentum. Contra los hechos, no hay argumento que valga.