miércoles, 20 de octubre de 2010
Clifford Geertz y el espacio de acción del Anti-Antirrelativismo
Lima-Perú.
adelantecronopio@hotmail.com
http://cronopiocortazar.blogspot.com
El presente informe tiene como derrotero de análisis algunas de las ideas más importantes del antropólogo Clifford Geertz referidas a su particular enfoque respecto del antirrelativismo.
En una primera parte el profesor Geertz nos trae a la memoria algunas de las palabras que sirvieron de punto de arranque para un sinnúmero de textos que evidenciaron en su época el surgimiento de un nuevo temor para la civilización occidental. Cuando la intelligentzia se refiere al relativismo cultural como aquel terror inimaginable se asemeja mucho, salvando las distancias claro está, a la vieja tesis del fantasma que recorre Europa de 1848. Ahora, desde un inicio Geertz se desmarca de cualquier afinidad con el relativismo cultural. Desde su perspectiva, la compulsa intelectual que él ejecuta tiene como baremo el esclarecimiento de los conceptos y la delimitación del espacio de acción del relativismo cultural, así como un análisis profundo de los enfebrecidos alegatos del antirrelativismo. Se pone de manifiesto su resuelta convicción de desarrollar una praxis deconstructiva desde la atalaya del anti-antirrelativismo. Esto implica una singular lógica donde la doble negación no evidencia una filiación comprometida con las tesis del relativismo cultural, sino más bien el logro de una posición neutral respecto de los temas materia de discusión.
Según Geertz el pensamiento relativista está a tiro de cañón. Siempre hostilizado por la sistematicidad orgánica y funcional del orden establecido. Acaba incluso demonizado y acusado de nihilista. La comunidad científica del statu quo ha desplegado un furibundo ataque contra la simiente antropológica del discurso relativista. ¿Es acaso una nueva cruzada en búsqueda de caballeros templarios que impongan los saberes y símbolos del orden sistémico en nombre de la razón universal?. O es tal vez el éxtasis que produce el saberse parte del establishment intelectual al proferir respecto de los hábitos de las culturas nativas: “¡Qué modo de vivir tan espantoso!”. Reaparece con ello el racismo decimonónico, que fue también programa político de la mayoría de Estados imperiales.
En esa dinámica entra a tallar la concepción de la naturaleza humana como elemento eje para demoler las tesis del relativismo cultural. Empero, desde la visión de Geertz este constructo teórico del antirrelativismo es tan sólo una reducción de las principales categorías y espacios de acción, no sólo del hombre sino de la sociedad, al discurso totalizador y absoluto de la razón occidental.
Muy por el contrario, desde una inquietud por el provincianismo los relativistas terminan fortaleciendo las diversidades y la heterogeneidad cultural de los pueblos. De este modo, concluye Geertz que para materializar el avance de la ciencia se hace necesario desprenderse de aquellas fórmulas mentales que delinearon parte de la historia, pero que en la actualidad están constituyendo un óbice para una visión diferente y prospectiva de la realidad.
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